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El itinerario «Puro Pueblo» identifica lugares que fueron significativos en la vida Nydia Erika Bautista, pero también localiza los lugares en su memoria o donde se reivindica justicia, ya que su caso permanece en la impunidad. Es un homenaje a la lucha emprendida por su familia y por la Fundación que lleva su nombre.

Nydia Erika Bautista

Puro Pueblo

Hija primogénita del matrimonio entre Domi Montañez y Alfonso Bautista, del cual nacieron seis hijos, y hermana mayor de los 16 hijos de su padre. Nació en Bogotá el 29 de octubre de 1954. Creció con el apoyo de sus tías paternas, de quienes heredó una enorme biblioteca.

De cabello rizado, ojos miel verdigrisosos, mirada profunda, labios gruesos y corta estatura, de amor profundo por la vida, por su tierra, por el país, transpiraba sudor y lágrimas, alegrías y esperanzas, sufría por el dolor propio y compartía el dolor social, su angustia y calamidades. Eso le fortaleció el carácter, la hizo fuerte, ágil y versátil, romántica e ilusa. Desde temprana edad mostró brillantes signos intelectuales y una profunda convicción por lo humano, que manifestaba defendiendo sus principios sin avasallar ni imponer sus ideas a ninguno de sus hermanos a quienes encabezaba en las orientaciones de crianza. Memorable su firme carácter, de un certero genio implacable que no admitía puntos suspensivos, ni comas intermedias.

De tanto leer libros en las noches, bajo la luz de la vela, crecieron sus ojeras lila, que le hacían un singular contraste con sus ojos verdigrisosos. Sus hermanos no se identificaban con su soberbia pedagógica y académica, pero aun así se acostumbraron a verla durante la niñez leyendo y escribiendo mientras los demás jugaban. Amante de la literatura, de niña leía hasta los periódicos con los que cubrían el piso después de limpiar. De joven estudiante de bachillerato del Colegio Nuestra Señora del Pilar se convirtió en lectora consumada de literatura universal, latinoamericana y nacional, de historias que tienen relación con la realidad, con sus propias circunstancias, con ser mujer que creció en un barrio marginal, entre obreros, prostitutas y ladrones. Allí vivía cuando se enteró que había sido admitida como estudiante de sociología en la Universidad Nacional de Colombia en el año 1971. Siendo estudiante trabajó como directora del periódico estudiantil El Aquelarre. Los años setenta fueron sus inicios universitarios aprendiendo de las cátedras de historia económica, literatura sociológica y psicología dictadas por los maestros Álvaro Tirado Mejía, Beethoven Herrera, Policarpo Varón y muchos catedráticos de las más diversas y opuestas inclinaciones ideológicas y de seria profundidad investigativa.

Se puede decir que Nydia era una investigadora social desde sus primeros años de vida. Tal vez la influencia de su padre, quien desde los cinco años la acurrucaba en su cama todas las noches a las siete, para escuchar como radioaficionado largas sesiones nocturnas de La Voz de Cuba, emisiones de noticias de la España de Francisco Franco, los avances y cambios del país derivados del Frente Nacional, con la intercalación de los partidos tradicionales y la pasión indeclinable de su padre por el Partido Liberal.

Siguió de cerca la historia y el origen de la Anapo, la Juco, el EPL, el Moir, de liberales, conservadores, comunistas, socialistas, mamertos, radicales, maoístas, marxistas y social bacanes, que paseaban por las canchas del campus universitario, alejándose un tanto defraudada de los conciertos humeantes y del rock, prefiriendo aficionarse por la música protesta.

Por sus jóvenes manos pasaron algunos libros con los que dijo haberse sentido identificada. “Siembra vientos y recogerás tempestades” de Patricia Lara y el libro sobre sindicalismo escrito por Jaime Bateman, contribuyeron a que se vinculara en el año 84 al Movimiento M-19. Entró a estudiar economía en la Universidad Central, siendo funcionaria en la tesorería del Instituto Nacional de Radio y Televisión, Inravisión, donde participó activamente del sindicato hasta su retiro y vinculación al M-19. Ella quería cambiar sus circunstancias, se identificaba con el sentir poético de la experiencia humana, con su feminidad, con su exquisita y compleja pasión por la vida, los sueños y la lucha por el cambio social y político del país.

En la intimidad de su hogar, a sus 30 años, cantaba incansable con insistida regularidad junto a Mercedes Sosa “solo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente, que la reseca muerte no me encuentre vacía y sola sin haber hecho lo suficiente”. Eso cantaba en 1984, justamente cuando promovía debates con sus compañeros del M-19 para abrir caminos a la paz, cuando viajó con ilusión a asistir al Congreso de Los Robles, cuando trabajaba para plasmar en hechos el Diálogo Nacional que esa agrupación propuso al país, por medio de Cabildos Abiertos y en 1985 a través de los Campamentos por la Paz del M-19, con los que convocaba ese grupo a una acción política legal. En junio de 1985, en medio de días aciagos contra la paz, Carlos Pizarro, máximo comandante del M-19, anunció la ruptura de la tregua y el regreso del M-19 a la lucha armada. Nydia vio la noticia por televisión ahogada en lágrimas, su madre Domi ajena a todo la observó desde la cocina, el llanto rodando por sus mejillas, con el delantal apretujado entre las manos sintió desde su corazón de madre que para su niña iniciaba un camino nunca imaginado. Se cerraba la ventana para que sus compañeros abandonaran el monte y salieran libremente a la plaza pública a debatir sus ideas pacíficamente.

El 6 y 7 de noviembre de 1985 ocurrieron los hechos trágicos de la toma y la retoma del Palacio de Justicia. La guerra contra los militantes del M-19 no dio tregua, en las zonas urbanas y rurales de campos y ciudades cayeron casi a diario muchos simpatizantes y miembros de esta organización guerrillera. Nydia ya no fue la misma, sus ojos nunca dejaron de llorar desde entonces, su corazón no dejó de sentirse aprisionado, no pudo ocultar su desdicha. Cada día traía una pompa fúnebre, interminable. Así llegó el momento de partir a Cali, separándose de su hijo, de su madre y de su padre, el hombre de su vida.

En los barrios pobres de Cali, en el distrito de Aguablanca, junto a las mujeres afrodescendientes, en la pobreza absoluta pero con la dignidad en alto, trabajó en medio de la soledad de su Familia y le siguió dando sentido a su vida, soñando con la revolución de los afectos. En el Cauca compartió con los indígenas paeces, trabajando en minga, de parcela en parcela como es costumbre en Tierradentro.

El 25 de mayo de 1986 fue detenida, junto con dos ecuatorianos del Alfaro Vive Carajo. Estuvo retenida durante dos semanas y bajo tortura hizo una declaración de puño y letra donde contaba su vinculación al M-19, las actividades que desarrollaba esta organización. En esas condiciones fue obligada a firmar un documento de “buen trato y colaboración” con la III Brigada del Ejército:

Natalia…

 

 

«Mis primeros contactos con la organización fueron a través de la literatura, conocía la historia del M-19 desde sus inicios y siempre los admiré; con los libros de Germán Castro Caicedo “del ELN al M-19” y de Patricia Lara “Siembra vientos y recogerás tempestades”. Me sentí más identificada. Estudiaba sociología y traté de buscar contacto, sabía de muchos amigos, pero estos o ya no pertenecían o ya no se encontraban en la ciudad. Esto fue hasta 1983. A mediados de 1983 conocí un muchacho en la universidad, se llamaba Alejandro – nunca asistía a clases – siempre en la cafetería y hablando de política, me parecía “interesante”, como yo frecuentaba los círculos de intelectuales y era la directora de un periódico universitario lo invité a colaborar en él.

Empezó “tirando línea”… que nuestra posición entre “neutral” no admitía, pero que en el fondo yo quería, empezó pasándome propaganda, hablándome de la cuestión sindical… me pasó un libro – que después supe fue elaborado por Andrés Almarales y el equipo de sindicalistas del M, que se llama HACIA UN SINDICALISMO INDEPENDIENTE que es toda la propuesta política del Movimiento para los trabajadores. Yo discutía muchas cosas y en ese momento no me quise “…” , de todas formas nos enamoramos (él había sido compañero de Gladys Bernal) y sostuvimos una relación de cuatro meses; en septiembre o principios de octubre de 1983 él viajó en “…” al extranjero por cuatro meses: al cabo del tiempo me enteré que había estado en Libia fueron aproximadamente 30 personas (hombres) al mando de Otty Patiño, de las que fueron sólo conocí (más tarde) a uno: El Mono que en estos momentos debe estar en el frente de Antioquia. Dicen que los demás están con las fuerzas especiales o se han retirado. Yo no traté en ese tiempo a nadie de la organización, llegó en enero: bastante creído y la relación se cortó. Yo seguí estudiando mucho y con el periódico.

Mayo de 1984 que lo volví a encontrar y le pedí militancia, ponía las cosas muy difíciles. En últimas terminé siendo la única de su comando: tenía bastante gente (sobre todo mujeres), pero yo no participaba en ninguno: me dio a leer desde la sexta conferencia (régimen interno) hasta manuales de guerra, (aunque era el tiempo de Diálogo Nacional): Clawsewitz, Tung Su, yo le colaboraba con la redacción y pasaba a máquina los boletines para sindicatos: sindicato de la Clínica David Restrepo, MinComunicaciones, Telecom y…

En la conferencia hablamos, seguimos hablando a nivel informal.

Enero de 1985: IX Conferencia Congreso de los Robles: como si fuéramos del común y corriente nos extendieron la información a venir al congreso de los Robles (la conferencia se había realizado una semana antes). Yo vine sola, llegué a una casa de unos amigos de María y siempre fuimos hasta Florida: con botas, camuflado, linterna… etc, era lógico que nos detuvieran y allí nos tuvimos que regresar.

En Bogotá a finales de febrero, aparece Alejandro y dice que si ahora si voy a trabajar (todavía no se define si en diálogo o no) le digo que sí y empezamos a trabajar para la manifestación del 14 de marzo, por esos días matan a un compañero de la UNal, muy amigo mío: Manuel Rincón y yo me siento doblemente motivada para la manifestación, conseguí canicas, pegué carteles hasta … motivar la gente; siempre con la gente de Alejandro (las muchachas …y los sindicalistas).

En la manifestación me encuentro con el viejo Augusto Lara, me pone una cita al día siguiente (Alejandro estaba indeciso de si pasarme al Viejo o no, me pregunta – en la cita – si quiero trabajar con él y le digo que sí).

Marzo 16 cita con Federico, quien en ese momento pasa a ser mando mío, yo, en primera instancia: conformar un comando con María, Simón y un amigo de éste que conocí en Cali. El comando: preparación física, cursos de inteligencia, búsqueda de información para operativos que realizaría el comando operativo del viejo. Hasta este momento se me aclara como está compuesta la organización.

A principios de Mayo, saliendo de mi lugar de trabajo me encuentro con Alejandro y Antonio Navarro Wolf, me invitan a almorzar en un lugar en donde el almuerzo vale $130 pesos y como según la compartimentación que Antonio N. Trata de convencerme de que vaya a los campamentos, que conozca algo más del M. La hora de almuerzo la trató pasando de convencerme, a mediados de mayo fue el atentado y el inicio de la carrera militar.

Junio 21. Paro cívico. Los dirigentes se esconden, las masas esperan. El día anterior Carlos Pizarro rompe la tregua, con la justificación que la tregua había sido rota desde Yarumales. Pasa todo el mando a la clandestinidad… No aceptación. A la final no queda más.

Julio – agosto: los mismos sueños. Conozco a Rafael Arteaga. Empiezo a enfermarme con frecuencia en la empresa. Motivo: acompaño a Arteaga a viajar por el Tolima, es otro “suelto” del M, como es muy amigo del Viejo… Le consigo alojamiento en un apartamento que saqué para mí. Yo apoyaba económicamente al Viejo y con mi sueldo hago de todo: los acompaño, fotocopio propaganda y me dedico a estudiar. Es tanto el tiempo que se pasa uno hablando con la gente, que se le va la vida haciendo eso: hablando.

 

Septiembre: me he convertido en la seguridad (sin armas) del Viejo y de Arteaga, soy la mano derecha de Federico para las cosas que en Cali resultan. … a mí me van dando mando, le cumplo las citas al Viejo porque el 13 de septiembre me echan del empleo por ponerme a pelear con el Consejo de administración por ladrones: se estaban robando la plata de los trabajadores y yo no podía permitir eso. Pienso conseguir puesto y me dicen que no, que me dedique por completo…

No a trabajar en salud, sino con ella en el Cauca, no explicó: hablo de pueblos, dormir donde nos coja la noche…etc, le dije que yo tenía una familia por la cual responder y dijo que lo de mi hijo lo daba la organización. Me dio 10 mil pesos para dejarle a mi hijo por el momento, que feo, que arreglara todo y me viniera. Nos hospedábamos en el hotel Plaza. Viajé; peleé con el Viejo, pero a la final quedamos de amigos, en Bogotá me volví a encontrar con Aníbal, arreglamos las cosas y el 13 de noviembre me vine.

Empezó la tomadura de pelo, como yo la llamo. A los dos días nos vimos con Lucía: que es el contacto del Cauca llega hasta diciembre, mientras tanto aprender a manejar: curso de manejo por 15 días en una escuela de automovilismo, sacar el pase, curso de radio, una tarde, lo dictó una muchacha llamada Juliana. La primera semana de diciembre empieza a llegar gente de todas partes para el BATALLÓN AMERICA: ecuatorianos, peruanos, gente de todas las regiones del país; objetivo: mil hombres en Diciembre. Las citas eran 12 del día o seis de la tarde en la Librería Nacional (Norte), con el periódico de donde viniera, El Mundo (Medellín), El Siglo (Bogotá), pregunta: ¿ustedes son los del paseo? Respuesta: No, los de la Conferencia. La cita para los extranjeros era en el teatro San Fernando, con selecciones. Pregunta: es el brazo de Juan? No, la risa remedio infalible. Entre la gente que subió estaban los de la Toma al Palacio que estaban por fuera….

 

Para conseguirme un sitio yo le dije que no, que el problema no era de ella y con $1800 pesos que tenía me fui para Bogotá. No quería saber nada de nada. Eso fue para el 18 de enero. Con Juan Pablo habíamos establecido una buena amistad, él llamó a Cali y le dijeron que me había ido para Bogotá. Como yo vivía con unos familiares, estos le dieron el número de Bogotá y allí me llamó. Nos vimos dos veces. El 20 de enero él estaba de cumpleaños y yo lo invité a comer (empeñé mi anillo), pero me dijo que lo acompañara a una cita que tenía con una gente del PLA Bogotá (su antigua organización), lo acompañé, no fueron y nos fuimos a comer. Él trabajaba con el SENA y al otro día tenía que madrugar, pusimos una cita para las 12 p.m. y no llegó. Conclusión: hasta la fecha no aparece, figura en la lista de desaparecidos. El Viejo, el hermano, la hermana y yo nos dedicamos a buscarlo. Empieza el acuartelamiento en mi casa: envío de cosas que sólo entregarían si las recibían personalmente, llamadas misteriosas, seguimientos a mi mamá, tipos con ametralladoras en las esquinas de mi casa, no pude volver.

En una escapada que volví a ver a mamá llamó Aníbal, que necesitaba al Viejo y a Luz, nos encontramos, no sabía lo de Juan Pablo, se le dijo, se le ayudó a conseguir unos papeles. Me concretó, le dije que sin un sitio donde vivir y sin recursos yo no me venía. Me contestó que le agradeciera a Dios el estar viva porque en esos días el Viejo desapareció, Aníbal viajó y el 9 de febrero nos enteramos de que el Viejo había aparecido muerto en un potrero. Ante tal situación, me vine, más huyendo que por cualquier cosa. Llegué como el 12 de febrero, Silvia, Marcos y Juliana me recibieron. Silvia me llevó a un apartamento de una familiar de ella que… ver, por el norte y allí estuve 15 días sin salir ni a la puerta, leyendo y viendo televisión, jugando y haciendo tareas con los niños. Iba día de por medio, los pasaba sola».

Unos meses después de recuperar su libertad, regresa a Bogotá a celebrar con su Familia el día de la madre, allí su hijo le pide que se quede hasta el día de su primera comunión el 30 de agosto de 1987. Ella accede pero siente temor por su vida, eso le cuenta a sus amigos y compañeros de militancia.

El 30 de agosto, la Familia Bautista asiste al acto religioso en la iglesia de San Antonio de Padua. A las seis de la tarde ante los ojos atónitos de las ancianas, de los jóvenes transeúntes, de los vecinos del sector del Barrio Casablanca, etapas 32 y 33, donde vivía su Familia, varios hombres vestidos de civil la montaron a la fuerza en un jeep gris, se la llevaron, no regresó nunca más.

El itinerario

 

El itinerario «Puro Pueblo» sigue y celebra la vida de Nydia Erika a partir de 24 emergencias de la memoria, rindiéndole homenaje y también denunciando las circunstancias de su desaparición forzada y posterior asesinato.

EM05 • EM06 • EM07 • EM08 • EM09 • EM10 • EM11 • EM12 • EM13 • EM14 • EM15 • EM16 • EM17 • EM18 • EM19 • EM20 • EM21 • EM22 • EM23 • EM24 • EM25 • EM46 • EM47 • EM53 • EM60 • EM106

En la calle, en cada lugar del itinerario Puro Pueblo,  en cada emergencia de la memoria de Nydia Erika Bautista, encontrarás un código QR. Escanéalo para acceder al mapa web Puro Pueblo desde tu teléfono o dispositivo móvil.

Recorre el itinerario en el mapa «Puro Pueblo»  (también disponible en pantalla completa ⮫ )

El mapa ha sido elaborado por Fidel Mingorance (@geoactivismo), 2022 · Todos los lugares mapeados y los contenidos que aparecen en el  mapa han sido definidos y consensuados con los familiares y/o colectivos que participan en el mapeo. Coordinación de contenidos a cargo de Erik Arellana Bautista (@ChicoBauti2014).